domingo, 30 de noviembre de 2008

La vieja de la estación II

- Alto, Extraño Desconocido, sé que eres tú - decía la vieja en el capítulo anterior -.

- ¿Y si estabas segura por qué me has preguntado si era yo? – sabía que una contestación así pondría nerviosa a aquella mujer -.

- Hombre, era una pregunta retórica – me respondió la muy jodida -.

- Para ser una abuela gorda parece usted bastante cultivada.

- ¿Te refieres a culturizada?

- No se, ¿cuál es la diferencia?

- Pues... culturizada tiene algunas letras más.

- Señora, si le digo la verdad a estas horas no me encuentro como para conversaciones de este tipo - sí yo buscaba en principio una conversación inteligente, pero aquello era simplemente un intento por parte de la vieja de hacerse la interesante -.

- ¿Con “tipo de conversación” te refieres a la complexión física de la misma?.

Mientras la señora pronunciaba aquella última frase fijé mi vista en su dentadura postiza. Una colección de dientes de oro que con total seguridad costaba más que mi camiseta de Zara comprada de segunda mano. Observaba aquellas piezas con admiración cuando de repente caí en la cuenta de que sus labios no se estaban moviendo mientras hablaba.

- ¿Es usted ventrílocua?

- Eeee... ¿cómo?, ¿por qué lo dices?

- Porque no está moviendo los labios mientras habla.

- Mmmmm... sí, ¿y qué pasa? Aznar tampoco los movía y nadie le insultaba por eso. Bueno, casi nadie.

- Lo primero, ventrílocuo no es un insulto, y lo segundo: aquí hay gato encerrado. Tengo un título de investigador profesional por la universidad de Deusto y sé reconocer algo raro normalmente cuando ya es demasiado tarde.

La mujer giró la cabeza hacia atrás con cara dubitativa. Tras unos segundos volvió a su posición inicial y sacó un plátano de su bolsillo, lo abrió y comenzó a comerlo. Eso para que luego digan que la fruta no engorda, pensé.

- Mira, Extraño, te voy a decir la verdad porque me caes bien: resulta que soy Lachicadeltren - ¿que cómo sé que se escribe todo junto? Pues porque me lo dijo muy rápido -, y en realidad estoy muy buena, no te pienses que soy esta mujer. Estoy en un lugar muy cerca de aquí ocultando mi identidad porque una vez leí en la revista Bravo que las mujeres misteriosas son más atractivas que las que son lo contrario de misteriosas, es decir... esto... eee.... no misteriosas. Vamos, que las mujeres no misteriosas son menos atractivas que las sí misteriosas. Es todo un misterio, pero es así.

- Ya, todo esto me parece muy interesante, pero: ¿qué quieres de mí, Chicadeltren? – Sí, yo también lo dije muy rápido, por eso lo escribo todo junto -.

- Quiero darte algo que va a cambiar tu vida.

- ¿Cómo? – mi cara de sorpresa fue parecida a la que puse al ver a Isabel Gemio en mi habitación -.

- Tu vida es tu blog y lo que te voy a dar cambiará tu blog, con lo cual se puede decir que cambiará tu vida.

- Oye, a todo esto... ¿tú tienes novio?, ¿seguro que la mujer gorda no eres tú?. Contesta primero a la segunda pregunta. (Frase en honor a mi buen amigo Groucho Marx).

- Espera a que la mujer gorda que no soy yo acabe de comerse el plátano y, cuando vengan los operarios de la estación para retirarla con los carros de la compra, coge la cáscara. Ahí encontrarás mi contribución a tu vida. – contestó ella ignorando mis dos preguntas anteriores -.

En aquel mismo momento se encendió la farola que se encontraba justo sobre mi cabeza iluminándome levemente sobre un fondo oscuro, dando así al momento un halo espiritual que hace la historia todavía más impresionante.



Hice tal y como me había indicado la Chica del tren (la página sigue siendo la misma, así que ya no repito el link). Cuando tras tres largas horas con el frío mañanero acariciándome las orejillas la mujer seguía en el mismo sitio, me pregunté si todo aquello no habría sido una broma barata.

- No, no es ninguna broma barata – respondió la Chica del tren -.

- Pero si no he dicho nada – contesté -.

- Ya, pero se veía en tu cara que te estabas preguntando si robarle el coche a un amigo tuyo para atracar un banco puede considerarse como una broma barata.

- Te confundes, eso no es lo que me estaba preguntando.

- Y entonces, ¿qué te estabas preguntando?.

Miré a mis alrededores intentando descubrir sin éxito de dónde provenía exactamente aquella voz y, cuando al final volví la vista de nuevo, la mujer vieja y gorda con la gorra de I love NYC ya no estaba allí. Me acerqué dubitativo al lugar de donde acababa de desaparecer aquella señora como por arte de magia, pero lo único que pude encontrar fue la cáscara de plátano. La recogí lentamente del suelo y, tras inspeccionarla brevemente, descubrí envuelto en papel de aluminio un precioso dibujo evidentemente diseñado para convertirse en cabecera de la versión 3.1 de mi blog (versiones anteriores pueden no haber existido nunca, que quede claro). Guardé el papel en mi bolsillo, me di la vuelta y comencé a caminar en dirección a mi casa pensando en cuántos tatuajes tiene en total Angelina Jolie.

Epílogo: En un mundo en el que difícilmente la gente hace cosas de manera altruista, cosas como la historia de la castañera, la de aquella mujer que se ofrecía para experimentos de lo más variopinto (todavía está pendiente lo del cruce, que lo sepas) o ésta que nos ocupa le tocan a uno el corazoncillo. Corazoncillo, no calzoncillo (desgraciadamente).

martes, 25 de noviembre de 2008

La vieja de la estación I

Grandes hazañas de mi juventud como vencer a mi profesor de matemáticas en una batalla de miradas sosteniendo la mía por más de veinte minutos y con tan sólo dos parpadeos, o ser rechazado por la misma mujer más de setenta veces sin recibir por ello una orden de alejamiento, han pasado desapercibidas para los medios de comunicación debido seguramente a la actual sobresaturación de frikis; personajes cuyo número ha aumentado de manera proporcional a la velocidad media de la conexión a internet durante los últimos años.

Sin embargo, parece que gracias a mi gran trabajo y sobretodo a las enormes cantidades de dinero pagadas a Google para que mi blog sea uno de los primeros resultados de algunas de las búsquedas más frecuentes como “alargar mi pene” o “fotos de Alaska desnuda”, estoy consiguiendo esa fama que tanto merecía y que el mundo civilizado hasta ahora me había negado.

Como prueba de lo anterior he aquí una sorprendente historia acontecida este fin de semana.

Volvía alegremente de mi clásica salida nocturna del viernes por la noche en busca NO DE SEXO, que se lo que estáis pensando, sino de una conversación inteligente que pudiera servirme de inspiración para un nuevo tonto post. Había visitado ya algunos de los bares que suelo frecuentar, lamentablemente sin suerte hasta aquel momento. Únicamente había conseguido hablar con el taxista sobre que cada vez la gente coge menos el taxi por culpa de la crisis y con una de las camareras sobre la procedencia de la marca de cerveza Ambar.

En algún momento de la noche, seguramente a eso de las tres de la mañana con el horario de verano porque todavía no he logrado cambiarlo en mi complicado reloj Casio de cinco euros, algo me dijo que aquello no tenía futuro. Bueno, a decir verdad no fue algo sino alguien, y en concreto la mujer que contestó cuando llamé al teléfono de la esperanza.


- Teléfono de la esperanza, ¿dígame? – contestó una estimulante voz femenina al otro lado de la línea -.

- Buenas, una pregunta: ¿usted cree que esta noche me va a suceder algo interesante o me puedo ir a casa ya con la conciencia tranquila?.

- Pues si le digo la verdad, caballero, por mucho que trabaje para el teléfono de la esperanza lo suyo lo veo bastante jodido. Un hombre que llama a estas horas de la madrugada a preguntar si se puede ir a casa no está lo suficientemente bien de la cabeza como para encontrar una aventurilla esporádica con cualquier cosa con más cerebro que una muñeca hinchable. Vamos, eso creo yo.

- Pero señora, que yo no busco sexo... ¡si lo que yo quiero es una conversación inteligente!

- Claro, y yo trabajo aquí porque me gusta ayudar a la gente, ¡no te jode! Mire, si quiere le doy el número de teléfono de “amas de casa cachondas”, que esas sí que son inteligentes – contestó irónica la voz -.

- No hace falta, de verdad. De todos modos gracias por su consejo y su atención y buenas noches – me despedí -.

- No se preocupe, señor, que ya le llegará la factura de telefónica.

Colgué preguntándome a mí mismo si aquella conversación de verdad me había ayudado y me prometí no volver a llamar a un número de precio suplementario a no ser que fuera para votar por mi candidato a abandonar la casa de gran hermano.

El último local que había visitado estaba cerca de la estación central de tren. Pasaba precisamente por delante de aquel hermoso edificio que en su día debió ser blanco pero que tenía un color gris oscuro debido entre otras cosas a la contaminación y a que no había mucha luz cuando de repente escuché una vocecilla:

- Perdona, tú eres El Extraño Desconocido, ¿verdad?

- Eeeee... - me volví hacia atrás antes de contestar y pude ver a una mujer mayor de unos doscientosdiez quilazos abrigada con un horrible abrigo. Caminaba con ayuda de un bastón y se adornaba la cabeza con una gorra de “I love NYC” - ¡No! – grité nervioso – ¡No, no soy yo, se confunde señora! ¡Adiós!

Giré la cabeza de nuevo hacia delante y aceleré el paso para escapar de aquella mujer.

- Alto, Extraño Desconocido, sé que eres tú.

Paré en seco, consciente de que no podía escapar y al fin y al cabo intrigado una vez más por saber cómo acabaría aquello. En realidad, la última vez que me había pasado algo parecido había sido en Tetuán, y la verdad es que la historia no había acabado tan mal.

Ya puedes leer La vieja de la estación II.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Las leyes de Mendel

NOTA: Antes de todo quiero aclarar que a consecuencia de los avisos de un amigo sobre la inconveniencia de usar fotos y dibujos no propios en mi blog, he decidido al menos por una vez currármelo de verdad y he dibujado todo lo que aparece en este post. A pesar de mi gran satisfacción por ello no creo que lo vuelva a repetir debido al gran trabajo que supone, así que espero que disfrutéis esta ocasión excepcional.

- El cruce de especies -

Dos científicos de renombre, viejos conocidos de la facultad de Oviedo, se reunen a tomar café. Le cuenta el uno al otro:

- Hace poco tiempo he logrado cruzar un elefante con una vaca. Imagina lo que puede ser eso: se aumentaría drásticamente la producción de leche para así ayudar al tercer mundo. A nadie le va a faltar leche; va a ser genial: la leche.

- ¿Ah, sí? Impresionante, querido amigo. Yo también he estado experimentando ultimamente entre borrachera y borrachera y resulta que he logrado cruzar una ladilla con una luciérnaga. ¿Qué te parece?

- Curioso, pero... ¿y eso para qué coño sirve?

- Pues todavía no lo sé, ¡pero ahora mismo llevo los huevos que parecen Las Vegas!

¡Jajjajajajaaa!

Bueno, vale, lo reconozco: un chiste malo pero que al menos sirve para introducir un post sobre el cruce de razas. El cruce es algo muy utilizado en la cría de gallinas y conejos, por ejemplo, pero también en el cultivo de gran cantidad de cereales, legumbres, hortalizas y pasteles de chocolate, pero a la vez un proceso desconocido por la mayoría de artistas ambulantes y conductores de autobús.

¿Para qué sirve el cruce de razas/variedades/especies?

Para entender la utilidad del cruce es necesario recordar las leyes del hombre más relacionado con los guisantes en la historia después del Gigante Verde: Gregor Mendel. Después de años mezclando clases de guisantes y comiendo únicamente guisantes con jamón y bebiendo zumo de guisante, el amigo Mendel escribió tres leyes que son la base del funcionamiento de la herencia genética y las llamó de manera original las Leyes de Mendel. Ahí van:

1- Ley de uniformidad.
Si se cruzan dos razas puras de una especie, todos los descendientes de la primera generación serán idénticos entre sí, heredando cada una de sus características de uno de los padres. (ver cuadro más abajo).

2- Ley de la segregación de caracteres independientes.
Explica que, para cada característica (color de ojos, tamaño de las orejas...), un individuo hereda un alelo (información genética) de cada uno de sus progenitores, manifestándose en caso de desigualdad aquel de los dos que no sea recesivo.

3- Ley de transmisión independiente de caracteres.
Cada una de las características de una especie se heredan por separado.

Con ayuda de las tres leyes vamos a representar el sistema de herencia genética de una forma simplificada, teniendo en cuenta únicamente dos características de una especie como podría ser el "veinteañero guay". Las dos características a representar son el tipo de pelo y la utilización de gafas guays. Los genes y correspondientes alelos posibles son entonces:

Gen "tipo de pelo":
  • Alelo "L" --> Pelo LARGO a lo afro.
  • Alelo "l" --> Calvorotas.


Gen "gafas chulas"

  • Alelo "G" --> El veinteañero lleva GAFAS guays.
  • Alelo "g" --> El veinteañero no se atreve a llevar gafas guays.


Los alelos l y g son recesivos, lo cual quiere decir que en caso de que un especímen herede dos alelos diferentes del mismo gen (G y g, por ejemplo), el alelo recesivo g no se manifestará.


Vamos entonces con el cuadro y luego una pequeña explicación (pulsar para agrandar):




Se ve que el padre tiene como genotipo LL gg, y la madre ll GG (recordemos aquí que son razas puras y por eso sus dos alelos son iguales para cada gen). Los espermatozoides del padre contendrán entonces un alelo de cada gen: L+g, y los óvulos de la madre también: l+G. Por esa razón sus descendientes directos tendrán todos el mismo genotipo: Ll Gg, es decir, todos tendrán el pelo a lo afro y gafas guays.

Cuando los individuos de esta segunda generación se crucen entre sí debido al aburrimiento, se producirá una mayor variedad, ya que en este caso no todos los espermatozoides y óvulos contendrán alelos idénticos. En el cuadro se pueden apreciar todas las variaciones de descendientes que aparecen en la tercera generación.

Aquí adjunto un cuadro con los resultados totales del cruce de la tercera generación:


  • 9/16 serán jovenzuelos con gafas y pelo a lo afro.
  • 3/16 llevarán gafas pero serán calvos.
  • 3/16 tendrán el pelo a lo afro pero no se atreverán a llevar gafas guays.
  • 1/16 será un pringao total.


Queda claro entonces que el cruce nos va a favorecer la aparición de nuevas variedades, de las cuales algunas contendrán un conjunto de características positivas mayor que el de alguno de sus progenitores.


Dicho todo esto... ¡venga, a cruzarse ahora todo el mundo!

lunes, 10 de noviembre de 2008

Castañas asadas

Recuerdo con cariño aquel invierno. Poco tiempo después de vender mi multinacional al señor Armando Frigopié había decidido regresar a Zaragoza y utilizar las ganancias para abrir una fábrica de máquinas expendedoras de mandarinas. Pretendía usar las mismas máquinas que venden esos chicles esféricos de colores, pero para ello tendría que modificar genéticamente las mandarinas para que fuesen mucho más pequeñas, y a poder ser que su piel se deshiciera en tu boca, pero no en tu mano. Para no tener que pelarlas, claro. Ahora que lo pienso no debería haber escrito mi idea en el blog, pero tengo las teclas de borrar y suprimir rotas, así que mi única opción es pediros que olvidéis lo que acabáis de leer ahora mismo. Lo mejor es que os encendáis una lámpara delante de la cara como hacía Will Smith en Men in black.

Empezamos entonces de nuevo:

Recuerdo con cariño aquel invierno. Poco tiempo después de vender mi multinacional al señor Armando Frigopié había decidido regresar a Zaragoza y utilizar las ganancias para un proyecto secreto llamado “máquinas expendedoras de mandarinas El extraño desconocido”.

Por desgracia, debido a un viaje complicado desde Hawaii cuando llegué a España era perseguido por dos mafias internacionales no italianas. Este viaje espero poder narrarlo un día de estos cuando ya no esté en la lista negra de sendas organizaciones. Me encanta la expresión un día de estos porque queda bien y no te compromete a nada.

Tuve que comprar un sombrero de copa y un monóculo para no ser reconocido por los mafiosos y así pude llegar sin problemas a Zaragoza usando un carro tirado por tres caballos y un perro. Una vez en mi ciudad natal mi abuela me pellizcó las mejillas agresivamente logrando que añorase a esos mafiosos que con total seguridad me hubiesen torturado de manera menos dolorosa. Lo que son las cosas.

- Asadas están de vicio -


Una vez recompuesto visité el centro de la ciudad en un día de frío invernal de esos que solamente hay en Zaragoza y casi todo el resto de ciudades del mundo con clima mediterráneo continental semidesértico. Allí me sorprendió un agradable olor, semejante al de castañas asadas. Siguiendo aquel hipnotizante aroma me sentí como el protagonista de "El perfume". Cuando llegué a su origen descubrí un pequeño tenderete tras el cual una entrañable señora cubierta casi por completo para protegerse del frío asaba castañas. A veces las cosas simplemente son lo que parecen, pensé. Me imaginé a mí mismo en un puesto similar en el Paseo de la Independencia, irónicamente dependiente de los paseantes, esperando diez horas al día a que aquel olor le abriese el apetito a algún pasante, con mi propia esperanza como única fuente de vitalidad.

Quedé inmóvil mientras esos pensamientos daban vueltas en mi cabeza hasta que aquella señora alzó la vista y, mirándome a los ojos, me ofreció unas castañas. Noté un ligero escalofrío, de esos que se sienten cuando se pierde por un momento la superficialidad de nuestra sociedad y se vuelve a tener esperanza en la humanidad; difícil de explicar. Aunque insistí tal y como mi madre me enseñó, ella no quiso nada a cambio de aquella docena de castañas. Ni siquiera un autógrafo.

Me alejé de aquel lugar flotando a un palmo del suelo, sintiendo que aquellas castañas estaban alimentando mi alma.

Al día siguiente volví al puesto pero esta vez sin sombrero ni monóculo, es decir, disfrazado de mí mismo, y le compré doce docenas, once de las cuales regalé a personas anónimas mientras caminaba.

En fin, es una pena que el espíritu de la navidad caduque el siete de Enero.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Cadena de Enlaces 100 Enlaces x 4

Aquí me hago eco de la idea de mi amigo Pipe, de Dinerofair.com. Creo que es una buena manera de dar a conocer nuestras webs...


Si quieres participar en esta nueva cadena solo debes leer lo siguiente.


Cadena de enlaces 100 enlaces x 4


1.- Deja tu link en un comentario en Este Articulo, comentando que quieres participar.• Deja tu nombre : Texto• Deja tu Link : nombredemipagina.com• Deja tu Link de la Cadena: nombredemipagina.com/lugar de la Cadena…• Agrega los sitios que estan antes de ti, Twitter, Mybloglog, Technorati• Deja tu Twitter, para que te agregen.• Deja tu MyBloglog Comunidad, para que te agregen.• Deja tu FaTechnorati Favoritos, para que te agregen.


2.- Luego escribe una entrada en tu blog y agrega la cadena, a partir des este símbolo <—>
!! IMPORTANTE EL TITULO, DEBE SER!!!Cadena de Enlaces 100 Enlaces x 4


3.- La cadena la actualizare cada día


4.- Los días viernes se revisara la cadena, quien no haya actualizado sera borrado de la lista.


5.- La cadena sera solo de 100 enlaces.


6.- Todos Invitados, minimo tres meses, Pagerank 1
Para dejar un comentario ocupa el siguiente formato:
Texto:
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Twitter:
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domingo, 2 de noviembre de 2008

21

Después de Voces en mi armario III, esta semana toca un post con un contenido algo más profundo. Y cuando escribo profundo me refiero a su acepción más asexual, que quede claro.

Largas horas son las que he pasado en casinos de medio mundo (o un poco menos de medio para ser sinceros), horas en las que me ha dado tiempo a ganar y perder inmensas cantidades de garbancitos, que es lo que siempre hemos usado mis amigos y yo para apostar. Hubo un tiempo en el que incluso visitaba casinos de los de apostar con dinero y creí haber descubierto un sistema infalible para ganar jugando a la ruleta. Consistía en distraer al encargado para poner las fichas en la mesa una vez la bolita había caído en algún número. Por desgracia aquella estrategia no resultó ser muy efectiva ya que, después de haber ganado cero veces usándola, el encargado nos descubrió el truco y acabó lanzándonos cartas de poker girando a gran velocidad, una de las cuales incluso me ocasionó un profundo corte en una camisa nueva, haciendo que mi madre me propinase una sonora bofetada al llegar a casa, además de gritarme irreproducibles insultos tales como %$&§"!! o algo parecido.


- En los grandes casinos de Las Vegas soy conocido como ése de ahí -

Con semejante historial no será difícil para el lector comprender que cuando la semana pasada me acerqué al videoclub para comprobar que todavía existía ese tipo de negocio acabase alquilando la película 21. Razones para ello fueron las siguientes:

1 - La portada es muy chula.

2 - En la película aparece Kevin Spacey, que después de Silvester Stallone es mi vigésimoprimer actor preferido.

3 - En el videoclub me encontré con una vecina que conoce a mi madre, así que me dio vergüenza entrar a la sección de cine porno. Voy a escribir por cierto la palabra porno un par de veces más a ver si así mejora el posicionamiento de esta página en google: porno porno porno.

- La portada me cautivó -

21 trata de un grupo de estudiantes universitarios que, comandados por un profesor de estadística, utilizan un procedimiento basado en contar cartas para ganar jugando al Black Jack. En cuanto al método, podéis encontrar información en multitud de páginas, así que no lo voy a explicar yo también porque no quiero dármelas de listillo.

La película está bastante lograda, aunque he de reconocer que me defraudó un poco: pienso que se podría haber sacado mucha más miga de una histora tan interesante. Por cierto, he olvidado mencionar que se trata de una historia real. Una historia real, tal y como le gusta a mi abuela. No se si en vuestras abuelas la frase surtirá el mismo efecto, pero la verdad es que la mía cada vez que escucha al principio de una película que está basada en una historia real abre los ojos como platos y se pega al televisor durante las dos horas siguientes.

En fin, después de una introducción tan salvaje como todos los párrafos anteriores juntos, voy a lo que de verdad me interesó de la película: el llamado problema de Monty Hall que se explica en una escena de la misma. Antes de explicar el problema voy a escribir otra vez la palabra porno, ya sabéis, para salir en Google: porno.

El PMH viene de un concurso no presentado por Bertín Osborne sino por Monty Hall y no con vaquillas sino con puertas. El concursante se encuentra vestido, no desnudo, frente a tres puertas iguales, y su regalo consistirá en lo que haya detrás de la aquella que elija. El concursante señala pues una de las tres puertas y después de la publicidad el presentador abre una de las dos restantes, dejando aparecer un regalo chorras como por ejemplo una tostadora usada. Ahora el presentador le da la posibilidad al concursante no desnudo de cambiar de puerta: ¡siiiiii!, ¡noooo!, grita el público. La pregunta es: ¿es mejor cambiar de puerta o quedarse con la primera que habíamos elegido?

Una pista: ¡si diera exactamente igual qué puerta elegir entonces el problema no sería interesante, hombre!

Resulta que cambiando de puerta tus posibilidades de ganar el premio gordo (una mariscada con vino no incluido, por ejemplo) son el doble de altas que quedándote con la misma puerta que al principio. Sorprendente, ¿a que sí? La explicación después de que se te caiga la baba viendo la mariscada.

- He aquí una cena en condiciones -

Tenemos dos estrategias posibles: quedarnos todo el concurso con una puerta o cambiar de puerta cuando Monty nos da la oportunidad.

Utilizando la primera estrategia es evidente que la única manera de ganar la mariscada es elegir desde un principio la puerta correcta, por lo que tenemos un 33,333% de probabilidad de cenar bien esa noche.

Ahora bien, usando la segunda estrategia (cambiar de opinión), resulta que la única manera de perder es elegir en un principio la puerta correcta. Piensa en ello: si al principio eliges cualquiera de las dos puertas falsas y después cambias de puerta, en los dos casos estarás ganando finalmente la mariscada. Esto quiere decir que cambiando de opinión nuestra probabilidad de cenar bien sube al 66,666%. He de reconocer que yo me quedé con la boca abierta un día y medio: exactamente hasta que me entró una mosca y conseguí reaccionar.

Moraleja: si cambias de opinión en la vida tu probabilidad de cenar bien es el doble.