sábado, 14 de enero de 2012

La vena de la indignación (3/3)

No dejes de leer la primera parte y la segunda parte.

- ¡Mierda! – grité con cólera mientras cogía la pantalla - ¡Puta mierda de trabajo! – estiré de la pantalla hasta que el cable cedió volviendo como un resorte hacia la mesa -. ¡Jodidos cabrones, lameculos, imbéciles, soplapollas! ¡A la mierda con todos! ¡A la mierda contigo, Iván, levanta tu puto culo y haz algo con tu vida! ¡A la mierda con la secretaria, puta zorra calientapollas! ¡A la mierda con el explotador de Anselmo y su sobrino retrasado! 

Continué gritando sin parar. Mientras tanto tiré mi material de escritorio contra la ventana, propiné varias patadas al ordenador y lancé la silla contra un armario, con irregulares resultados en cuanto a los daños ocasionados.

Inundado por ese arrebato de ira e incapaz ya de calmarme destrocé mi camisa, quedando mi musculoso torso desnudo para asombro de los presentes (de Iván, vamos). Sentí cómo mi corazón bombeaba sangre a más y más velocidad, haciendo que apareciese en mi frente aquella a la que llamarían la vena de la indignación. 

Corrí decidido hacia el despacho de Anselmo y entré gritando a través de la pared al lado de la puerta. 

- Has estado jugando conmigo, y ahora lo vas a pagar caro – dije con una voz grave mientras respirada sofocado. 

- Extraño, haz el favor de volver a tu sitio y seguir trabajando, estás perdiendo un tiempo precioso. Por cierto, la próxima vez utiliza la puerta para entrar – contestó relajado mi jefe. 

- ¡BuaaaauaAaaaaargh! 

Regurgité una bola de fuego del tamaño de un balón de fútbol ante la atónita mirada de Anselmo. Su cara cambió de sorpresa a terror cuando caminé lentamente a través de su escritorio en llamas y le alcé dos palmos por encima del suelo sujetándole por el cuello. 

- No deberías haberme explotado de esa manera, amigo mío. Ahora, muere. 

Lancé a mi jefe a través de la ventana con todas mis fuerzas. Su grito se fue perdiendo en la distancia y un ruido seco confirmó la caída en el asfalto. Dado que nos encontrábamos en un décimo piso no necesité comprobar que Anselmo no había sobrevivido a la caída. 

Completamente rojo por el bombeo de la sangre y con los músculos hinchados debido a la tensión, salté a dos metros de altura atravesando el techo de la oficina para, en el punto más alto de mi vuelo, estirar y juntar las piernas de golpe para caer con toda la fuerza posible contra el suelo. De esta manera logré atravesar todos los pisos hasta hundirme medio metro en el suelo de la planta baja. Atravesé la pared exterior y una vez allí pude ver el cuerpo destrozado de Anselmo. Pronuncié una siniestra carcajada al ver aquella escena. 

Volví la vista hacia el edificio de doce plantas a mis espaldas y lleno de odio arranqué una farola y recorrí el perímetro de la construcción atravesando sus paredes externas con ayuda de la misma. El edificio, una vez privado de parte de su soporte, no pudo aguantar su propio peso tan sólo sirviéndose de las columnas interiores y se vino abajo en cosa de segundos. 



Comencé a caminar lentamente alejándome de lo que había sido Botijos Ibarra, jadeando después de aquella increíble demostración de mala leche. 

No había caminado ni cinco minutos cuando recibí una llamada. Era Samsung. Se habían enterado de que había desaparecido Botijos Ibarra y querían preguntarme si tenía interés en pasar a formar parte de su equipo de desarrollo para un futuro botijo plegable con proyector y salida HDMI. 

Me eché el teléfono a la boca, lo mastiqué tres o cuatro veces sin sentir dolor alguno y lo tragué. Rugí mirando al cielo, flexioné mi cuerpo durante unos segundos para tomar impulso y desaparecí volando de aquella ruina que acababa de ocasionar.

2 comentarios:

JuanRa Diablo dijo...

La madre que te parió. Lo a gusto que te has quedao, eh? xDD
Me parece que más de uno se muere de ganas por hacer algo así con jefe y trabajo. Lástima que eso de ser un Son Goku no sea tan fácil.

Controla esa vena, Extraño, o me dará miedo asomar por aquí :P

Yyrkoon dijo...

Dos hurras por el Dr Banner!!