lunes, 5 de marzo de 2012

Sobre la existencia de Dios


Desde que descubrí la conspiración en torno a los Reyes Magos me planteé muy seriamente la existencia de Dios. El resultado de intentar dar respuesta a esa gran pregunta fue que me acabé volviendo primero agnóstico y después ateo y consecuentemente dejé de pagar el impuesto de la iglesia católica, que aquí en Alemania es voluntario. La muerte desde mi punto de vista simplemente supone dejar de sentir y no poder comunicarse con el entorno, no percibiendo ni generando sentimientos ni ideas. Todo lo demás son coincidencias, malinterpretaciones, adornos y ansias de poder a lo largo de la historia.


Una vez perdí el conocimiento por unos segundos. Lo que mi madre pudo observar fue que palidecí, me desmayé, caí al suelo y volví a abrir los ojos a los tres segundos preguntándome lo que había pasado. Sin embargo, desde mi punto de vista el mundo dejó de existir durante aquel lapso de tiempo. Fue como si me hubiese teletransportado al suelo. No percibí el golpe y ni siquiera tuve la sensación de que hubieran transcurrido tres segundos en lo que para mí fue un parpadeo. Para mí, la muerte supondría algo parecido a aquella experiencia. Ni más ni menos.


Sin embargo, esta semana dos acontecimientos han hecho que me vuelva a plantear si mi respuesta es la correcta. El primero, un mail de una de las personas que más admiro y que no voy a reproducir aquí. El segundo, este breve relato que encontré buceando en la red y que, con una idea verdaderamente simple, vuelve a sembrar grandes dudas en mi interior. El autor de la historia es desgraciadamente anónimo.



En el vientre de una mujer embarazada estaban dos criaturas conversando cuando una le preguntó a la otra:


- ¿Crees en la vida después del nacimiento?


La respuesta fue inmediata:


- Claro que sí. Algo tiene que haber después del nacimiento. Tal vez estemos aquí principalmente porque precisamos prepararnos para lo que seremos más tarde.


- Bobadas, ¡no hay vida después del nacimiento! ¿Cómo sería esa vida?


- Yo no lo sé exactamente, pero ciertamente habrá más luz que aquí. Tal vez caminemos con nuestros propios pies y comamos con la boca.


- ¡Eso es un absurdo! Caminar es imposible. ¿Y comer con la boca? ¡Es totalmente ridículo! El cordón umbilical es lo que nos alimenta. Yo solamente digo una cosa: la vida después del nacimiento es una hipótesis definitivamente excluida: el cordón umbilical es muy corto.


- En verdad, creo que ciertamente habrá algo. Tal vez sea apenas un poco diferente de lo que estamos habituados a tener aquí.


- Pero nadie vino de allá, nadie volvió después del nacimiento. El parto apenas encierra la vida. Vida que, a final de cuentas, es nada más que una angustia prolongada en esta absoluta oscuridad.


- Bueno, yo no sé exactamente cómo será después del nacimiento, pero, con certeza, veremos a mamá y ella cuidará de nosotros.


- ¿Mamá? ¿Tú crees en la mamá? ¿Y dónde supuestamente ella estaría?


- ¿Dónde? ¡En todo alrededor nuestro! En ella y a través de ella vivimos. Sin ella todo eso no existiría.


- ¡Yo no lo creo! Yo nunca vi ninguna mamá, lo que prueba que mamá no existe.


- Bueno, pero, a veces, cuando estamos en silencio, puedes oírla cantando, o sientes cómo ella acaricia nuestro mundo. ¿Sabes que? Pienso, entonces, que la vida real sólo nos espera y que, ahora, apenas estamos preparándonos para ella…

6 comentarios:

JuanRa Diablo dijo...

Sin duda esto nos lleva a una interesante reflexión. ¿No seremos parte de algo más grande? ¿Un universo dentro de otro universo que está a la vez sumergido en otro, en un número indefinido de mundos relacionados entre sí?

Yo siempre he estado abierto a todo y considero más inteligente un "podría ser" que un "no" rotundo.
Pero si no conocemos nuestro propio cerebro... ¿cómo sentar cátedra a la hora de catalogar algo como verdad o mentira absoluta?
Los seres humanos tendemos a ser demasiado presuntuosos en este aspecto.

Muy interesante, repito :)

Mutnodjme dijo...

Bueno, pues yo soy creyente. No hay base racional que lo sostenga. Sencillamente, creo como si se tratase de una necesidad vital, algo que necesito que esté ahí, como comodín o como refugio, como lo que sea pero sin prestarle demasiada atención.
Estoy deacuerdo con JuanRa Diablo: Nunca me he cerrado a nada y también me he planteado que todo lo que conocemos pueda no ser más que una micropartícula inclasificable dentro de una existencia que a su vez se ensancha y aprieta sin atender a leyes concebidas por ninguna mente científica. Me atengo a lo que percibo y veo del mundo, aquello a lo que tengo acceso y lo que creo conocer.

adriana rey dijo...

necesitamos las creencias, en menor o mayor medida dependiendo tambien del momento por el que uno esté pasando. Entiendo que creer en algo o no creer en nada son la misma cosa pero al revés. Probablemente el movimiento entre estas dos cosas vaya llevando la vida o las dificultades adelante lo mejor que se pueda. Leí tu post anterior... y luego éste. Me llega la sensación (de lo que escribiste) de en cuánta medida necesitamos consuelo... todos. Abrazo.

El extraño desconocido dijo...

JuanRa, puede que sí o puede que no, pero seguramente nunca lo sabremos. Un podría ser no es ni más ni menos inteligente que un no o un sí, es simplemente más conservativo. Pero el resultado sigue siendo un triple empate ya que en realidad no tenemos ni idea. Como bien dice Adriana, no creer implica en sí mismo el creer, solo que esta vez es creer en la no existencia.
Mutnodjme, probablemente la clave sea el "sin atender a leyes concebidas por ninguna mente científica", pero aquí entramos en el tema universo y tiempo más que en el tema Dios.
Adriana: más que nada creía interesante compartir la historia de Daniel por lo que para mí ha significado. Te planteas la vida de otra manera cuando comprendes que es posible morir de un día al otro. Luego cada uno que con eso piense y haga lo que quiera.

El extraño desconocido dijo...

Por cierto, últimamente no tengo mucho tiempo y antepongo el escribir en mi blog a dejar comentarios en cada uno de los vuestros.

Por eso incluso ahora os agradezco mucho más vuestros comentarios y sobre todo que leais lo que escribo.

Gracias

X dijo...

Muy interesante relato y muy buen post. Buenos comentarios también. Veo más juicio del que esperaba. Yo sí estoy de acuerdo con JuanRa en que un "podría ser" es más inteligente que un "no" rotundo, por cuanto, ya que como bien dices no tenemos ni idea, ello implica que podría ser. En realidad, los que dicen "no" lo hacen principalmente como reivindicación, pues como dijo Adriana y en otras palabras, la no existencia de Dios también es cuestión de fe. Es creer que no, pero saber, no podemos saberlo. Quizá sea solo una cuestión de educación después de todo, y cierto es que hay mucho creyente (no solo católicos, también otros cristianos son aún más fanáticos) que trata de convencer con poco respeto. Pero diría que los ateos se llevan la palma en esto, acompañados además de un halo de superioridad intelectual verdaderamente lamentable.