viernes, 20 de julio de 2012

Depende de la perspectiva


Algunos afortunados cobran sueldos millonarios, viven en chalets de lujo, conducen deportivos, visten ropa cara, llevan anillos y cadenas de oro, comen langostas y caviar y beben champán a diario. Estos empresarios, políticos, banqueros, futbolistas, actores, músicos... viven una vida de derroche que es la envidia de cualquiera.

Mientras tanto, el pequeño empresario ha tenido que vender su barquito en la playa porque cada vez tiene más problemas para pagar las facturas. Ha despedido a tres de sus empleados durante el último año y su negocio apenas sigue produciendo ganancias. Lo justo para pagar el adosado, el colegio privado de su hija y el seguro médico. Las vacaciones probablemente no vuelvan a ser tan ostentosas como hace cuatro años.

Mientras tanto, la clase media ha perdido gran parte de su capacidad adquisitiva. Debido a subidas de impuestos y reducción de salarios, cada vez es más difícil tener el último móvil, un buen coche o permitirse una nueva televisión y unas ostentosas vacaciones.

Mientras tanto, mucha gente cada vez tiene más problemas para llegar a fin de mes. Familias con todos o casi todos sus miembros en el paro que viven gracias a las ayudas del Estado. Sobreviven con lo mínimo: un coche viejo que ya no pueden reparar, ropa de mala calidad comprada de oferta, un móvil con la pantalla rayada. Tienen que hacer cuentas para salir una vez al mes a cenar y tomar una cerveza y ya no se pueden permitir comer un solomillo como solían hacerlo los fines de semana.

Mientras tanto, algunas familias ya han perdido su casa. Llevaban demasiado tiempo sin poder pagar el piso y no han logrado evitar el desahucio. Se tienen que cobijar en las casas de sus parientes más cercanos y añoran los tiempos de la burbuja.

Mientras tanto, algunas personas desafortunadas viven en la calle gracias a la limosna de los transehúntes y las ayudas de organizaciones como la Cruz Roja.

Mientras tanto, millones de personas viven en condiciones mucho más precarias que los anteriores, esclavizados por multinacionales de manera más o menos directa para poder alimentar el hambre de consumo que todavía perdura en occidente.

Mientras tanto, millones de personas siguen ignorando todo lo anterior y muriendo en África por inanición creyendo que no existe una alternativa.

1 comentario:

JuanRa Diablo dijo...

Así es, efectivamente. Y estaba pensando en una pirámide. Y como en cualquier pirámide, la parte más ancha, la más numerosa, siempre abajo y con la mayor presión.